Kobe Bryant en su retiro de sus dos dorsales

Kobe Bryant se convertirá esta noche en el primer jugador de la historia de la NBA que iza dos dorsales en lo alto de un mismo pabellón. Con un mismo equipo. Del Staples Center colgarán desde este lunes —partido local ante Golden State— el ‘8’ y el ’24’ que inmortalizan sus méritos con Los Angeles Lakers.

El jugador de baloncesto en su estado más pomposo, como era Kobe dentro y fuera del parqué. Su despedida duró prácticamente una temporada completa, con adioses de honor en un gran número de pabellones visitantes y públicos rivales cerrando ovación unánime a una de las carreras más exitosas de los años 90 y 2000.

Todo el mundo conoce (o debería) que Bryant llegó a la NBA directamente desde el instituto o que fueron los Charlotte Hornets quienes le eligieron en el número 13 del Draft de 1996. Cuando lo hicieron, tenían ya un trato con los Lakers, que iban con todo a por aquel sonriente muchacho de 18 años. Poco podríamos escribir desde nbamaniacs sobre Kobe que no hubiéramos parido ya en el momento de su adiós profesional o meses después, aunque su carrera entintaría cualquier papel infinito. Sin embargo no es tan conocida la similitud que la carrera de Kobe guarda respecto a su rendimiento con los dos dorsales que empleó y esta noche le serán retirados.

Puede ser mejor o peor considerado pero Kobe Bryant tiene lugar casi garantizado entre los 10 mejores jugadores de siempre y entre las dos máximas leyendas de los Lakers. Magic Johnson y él encabezan sin discusión cualquier templo púrpura y oro. Y el legendario escolta logró tan estimables cotas con diez temporadas exactas embutido en cada dorsal.

Tampoco se conoce demasiado entre el público general que Vlade Divac, pívot de los Lakers hasta que llegó Kobe (fue parte del traspaso a cambio de Bryant) se negaba a marcharse a Charlotte y dejar Los Angeles. Llegó a amenazar con retirarse a los 28 años si le mandaban fuera de California, tal como escribe este lunes Marc Stein en un artículo para el The New York Times.

“No me hacía feliz salir de L.A., pero si hubiera sido Jerry West, me hubiera traspasado por Kobe también”, recuerda el ahora directivo de Sacramento Kings, Divac.

Como hemos relatado, tres anillos e infinidad de logros después, Bryant decidió mutar su identidad profesional y cambiar al dorsal número ’24’. En un innegable guiño a Michael Jordan y su eterno ’23’, Kobe se aventuraba a colocarse por encima del siempre considerado mejor jugador (hasta deportista) de todos los tiempos. En número y también rendimiento. Encaraba la fase importante que su yo de 18 años se había propuesto.

Con las vertiginosas nuevas dos cifras a la espalda, Kobe llegó hasta 638 partidos (en otras diez temporadas) y 16.777 puntos, cifra prácticamente idéntica a la de su primer decenio en la liga. Eso sí, esta vez estuvo más lastrado por las lesiones, sobre todo en sus últimas tres campañas en activo.

49 encuentros por encima de 40 puntos, diez (valor idéntico a su etapa anterior) de 50 y cuatro de 60. Guarismos tremendamente parecidos a los de ciclo aliado con el número ‘8’.

Además, consiguió siete apariciones en el mejor First All-NBA team, cinco en el mejor quinteto defensivo, diez presencias en All-Star y dos anillos. Menos profunda, por muy poco, en puntos pero más en logros individuales y reconocimientos. Su único MVP (2008) llegó de hecho en esta segunda época, cuando ya no era complemento de nadie, sino que los Lakers edificaban conforme lo que él necesitaba. Y llegaron a tres Finales y dos campeonatos con tal formato.