Magic Johnson, presidente de los Lakers formula esta declaración del rumbo que augura para uno de sus jugadores. Después de un año inaugural con sensación incompleta, Ingram está ante el ejercicio de su confirmación como potencia emergente.

“Le necesitamos para progresar, para ser el líder anotador de este equipo y para ser realmente agresivo finalizando canastas”, añade Magic del jugador de segundo año que el curso pasado dejó 9,4 puntos por noche y más sensación de poder convertirse en algo grande que demostración de ello.

Su primera experiencia NBA empezó aletargada. Aun sin la competencia de Ben Simmons —todo el año fuera por lesión—, a Ingram solo le dio para entrar en el segundo mejor quinteto de debutantes. Insistimos, Ingram dejó indicios de una compresión avanzada del juego y mimbres para imaginar un gran jugador. De hecho, después del All-Star llegaron sus mejores días, con 18 de 21 partidos afiliado a dobles figuras y mejores sensaciones. Tardó en despegar pero en cierto modo empezó a asomar su cara buena. Empezó a hacerlo, pero como número 2 del Draft muchos círculos esperaban algo más de producción inmediata. Eso es precisamente lo que los Lakers quieren que ofrezca ya en su segunda temporada profesional.