Monotonía y verano NBA han sido, en este 2017, dos conceptos con un índice de correlación nulo.
Un guión plagado de giros e intrahistorias al que no le ha faltado de nada —rumores que cuajaban, picks del Draft cambiando de manos, megatraspasos que desnivelaban conferencias, un Danny Ainge con ataques leninistas—, ha mantenido fiel al aficionado de siempre durante la larga espera y atraído al casual, seducido por un tráiler más apetecible que nunca.
A los Warriors le crecen los enanos en derredor. Este año vuelve a haber un favorito pero existe también la certeza de que le aguarda un camino duro y cargado de obstáculos. Rockets, Thunder, Cavaliers, Celtics, T-Wolves, Bucks, Spurs, 76ers… el menú ha subido considerablemente de nivel, y las audiencias lo notan.
El compendio ESPN, TNT y NBA TV, las redes que se reparten el pastel baloncestístico televisivo, exhiben una subida del 32% en número de telespectadores respecto al curso anterior, según la compañía especializada Nielsen. Esto se traduce en una media de 1,4 millones de televidentes, la mejor cifra en un comienzo de temporada desde el año 2010/11, cuando LeBron James y Chris Bosh se unieran a los Miami Heat de Dwyane Wade.